Cierto día Juan cambió su portafolios por una mochila
dejó atrás todo y camino sin rumbo,
quería ser otro, que nadie supiera quien era,
en el camino fue dejando su pasado
convivio con vagabundos, comió de la basura
durmió en la calle, peleo por un pedazo de pan
y también cedió la comida al más necesitado
su vida era otra y por primera vez se sintió feliz,
no tenía que fingir, en donde estaba no había hipocresía
sabía que en corto tiempo había aprendido mucho,
de las carencias, por primera vez sintió
tristeza al ver la desgracia de los indigentes,
y sin embargo cuando llegaba la noche bromeaban y sonreían.
Acurrucado en una banca a punto de dormir se dijo a si mismo:
Cada día de la vida es como una obra de teatro,
puede que haya alegrías o tristezas,
pero es una aventura que termina al llegar la noche.
Y recordó una frase de Sócrates: "CUANTAS COSAS HAY QUE NO ME HACEN FALTA"
Juan era un empresario exitoso, pero no era feliz, estaba a punto de casarse con Claudia, una profesora de filosofía, pero no se sentía completamente motivado, pensaba que le faltaba vivir aun, no se sentía preparado para formar una familia. En cambio ahora era otro, sabía que cualquier situación de la vida la podría enfrentar sin duda alguna, y sobre todo ahora sentía empatía por sus semejantes, solo esperaba que el día que regresara Claudia pudiera perdonarlo.
Irma Villalobos.
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